Por muchos años, expertos en turismo han venido realizando una serie de esfuerzos en el desarrollo de alternativas viables al turismo masivo que disminuyan los impactos negativos en la sociedad y en su medio ambiente en los destinos turísticos. Algunas comunidades, resistiéndose a imposiciones de desarrollo, han experimentado en pequeña escala actividades turísticas locales sostenibles y autogestionadas. Hasta ahora ninguna de estas iniciativas han sido asumidas como un desafío al status quo.
Desde la Cuarta Conferencia de las Partes (COP4) de la Convención sobre la Diversidad Biológica (CBD) realizado en Bratislava en el año 1998, los esfuerzos se han intensificado para elevar el nivel del turismo con programas que cumplan los tres objetivos de la CBD donde en el artículo 1 dice que: "la conservación de la diversidad biológica, el uso sostenible de sus componentes, y la distribución equitativa y justa de sus beneficios".
Pero, todas estas nobles intenciones emergen de un espíritu internacional de buenas intenciones pero son abstractas y vagas. Para las comunidades el nuevo enfoque hacia un desarrollo turístico sostenible o ecológico parece causar efectos más nocivos que buenos.
Las críticas consideran que estos intentos de reacomodar las actividades turísticas convencionales en turismo sostenible con el fin de reducir las presiones en las áreas más frágiles y desarrollar las comunidades locales, están condenadas a fracasar.
Observaciones en años recientes han confirmado que la apertura de nuevas áreas ricas en biodiversidad para los llamados proyectos de conservación, tan solo aumentan los impactos multidimensionales del turismo masivo.
Los países que han dado inicio a la estrategia de transformar sus últmos terrotorios "vírgenes" en atracciones turísticas corren el riesgo de sacrificar las zonas restantes de bosques naturales para propósitos comerciales. Mares, areas costeras y ríos quedan desprotegidos y contaminados, depredando así los recursos y toda la biodiversidad de estas zonas ya en peligro.
Con la aparición de la crisis Asiática con sus efectos volátiles en la economía del mercado global, el crecimiento del turismo ha sido considerado como crucial para la superviviencia de los países en vias de desarrollo, mientras que los propóstios medioambientales van en retroceso. A menudo el turismo es visto como la única industria aparte de las exportaciones, que genera ingresos de divisas necesarias para efectuar los pagos de la deuda externa. adquiridos con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros agentes de crédito internacionales.
En países del Sudoeste Asiático el ecoturismo goza cada vez de mayor importancia como proyecto primario para atraer a monedas fuertes para una recuperación económica y que ayude a las comunidades a salir de la crisis.
En Tailandia solamente, miles de pueblos están apostando por un desarrollo turístico. De acuerdo a un artículo en el diario de Bankog, "The Nation" del 7 de abril de 1999, un programa de desarrollo comunitario, iniciado por su Majestad El Rey, en medio de una tragedia económica, intenta desarrollar el ecoturismo junto con otras actividades económicas como el cultivo y procesamiento de plantas y hierbas medicinales, así como la medicina tradicional tailandesa - en 15,223 pueblos que cuentan con más de 300.000 familias y con una población mayor a los 700.000. Esto hizo que se planteara la pregunta del abastecimiento frente a una demanda impredecible, un riesgo común de la industria turística.
Pero, irónicamente, para llevar a cabo estos proyectos turísticos y para establecer la infraestructura necesaria de servicios para el turismo, son necesarios créditos extranjeros lo que hace que aumente la ya muy preocupante carga económica de estos países. Mientras tanto estudios de casos muestran que los beneficios económicos del ecoturismo han sido sobrevalorados y que simplemente no hay suficiente dinero para la conservación del patrimonio natural y cultural y para el desarrollo de los servicios públicos básicos.
En Tailandia, el Banco Mundial aprobó en 1998 un crédito de unos $300 millones de dólares para un proyecto de inversión social (SIP) que combatiera los problemas del desempleo, la falta de ingresos y el alto costo de los servicios sociales, originados por la inestabilidad económica y el fatal programa de ajuste estructural impuesto por el Fondo Monetario Internacional. Una serie de proyectos de gobierno bajo el SIP estaban relacionados directamente con el desarrollo ecoturístico, incluyendo proyectos de embellecimiento, instalación de señales en idiomas bilingües, y la construcción de baños públicos para los turistas en áreas rurales. De acuerdo al informe del SIP, estos proyectos turísticos, coordinados por las Autoridades de Turismo de Tailandia (TAT) promocionaría nuevas ideas y procedimientos por ejemplo, incorporando la participación de las comunidades locales.
Sin embargo, los activistas sociales consideran la idea del Banco Mundial de hacer del turismo un mayor componente del proyecto, sumamente decepcionante, debido a que tales actividades tenían más bien el objetivo de obtener ganancias destinadas al pago del endeudamiento mientras las poblaciones y comunidades locales tienen otras y más apreamiantes necesidades. Además que un programa ecoturístico en el norte de Tailandia gestionado por la Industria Forestal con un crédito para proyectos de inversión social de la Cooperación Japonesa (OECF), provocó las protestas de la población indígena de los Karen, quienes vierono trastornadas y afectadas su forma de vivir, su cultura tradicional y su medio ambiente.
Las críticas de parte de los académicos, en cuanto a la inversión de fondos y créditos bajo el plan nacional social destinadas para actividades comerciales en las comunidades, destruye las iniciativas propias de éstas para construir economías locales y sostenibles. Un investigador de la Universidad de Chulalongkorn en Bankog dijo que estaba emergiendo una economía tan frágil como una burbuja en estas comunidades a causa del incremento de nuevas inversiones que se estaban dando por parte de agentes del gobierno para inversiones en sus propios negocios. Estos presupuestos tienen el mensaje y la errada política de atraear gente a hacer lo mismo a nivel nacional en un período corto. Como es que pueden vender el mismo producto, y quién quiere comprar sus productos? Hay una sobredemanda y las personas perderán mucho en corto tiempo.
El investigador Pitthaya Wongwol, explicaba con el ejemplo de unas 5,000 comunidades en Tailandia en dónde se producía champú a base de hierbas, bananas procesadas y otros productos a pesar de la falta de una suficiente demanda. Similarmente, afloraba la pregunta que pasaría con cientos de poblados si empezaban a competir unas con otras, atraídas por los visitantes y sus monedas? Y cuáles serían las consecuencias si ya no vinieran turistas, si la situación macroeconómica no se desarrollara según las proyecciones? Si otros países y regiones ofrecieran destinaciones ecoturísticas más atractivas? o los consumidores cambiaran de gusto y se decidirían por otros productos turísticos?.
Estas propuestas no se consideran frecuentemente en la conceptualización de políticas de desarrollo turístico sostenible internacional. Al contrario, se sugiere que todas las naciones del mundo implementen proyectos turísticos comunitarios para la conservación de la naturaleza lo más pronto posible.
Mientras duró el boom Asiático, las inversiones especulativas crearon una sobreoferta hotelera resorts, campos de golf, centros comerciales y de recreación populares, causando graves daños ambientales y ocasionando grandes cambios en la vida de las poblaciones. Mientras muchos de estos establecimientos se encuentran ahora desolados o arruinados en regiones de crisis aguda, el peligro real es que en el futuro, existirá una sobre oferta de facilidades ecoturísticas, lo cual indudablemente traerá consigo grandes desventajas en los logros de un desarrollo sostenible de estas comunidades.
Es por eso que existe una fuerte advertencia contra las políticas inflacionarias del ecoturismo, cuyas medidas harán que mucho más poblaciones indígenas y rurales pasen a pertenecer al desesperanzado sector económico, mientras el alto propósito de conservar la biodiversidad y el uso sostenible de las fuentes de riqueza ecológica no pueden ser logradas.
En vista de esto, las deliberaciones del Subsidary Body on Scientific, Technical and Technological Advice (SBSTTA), la Conferencia de las Partes (COP5) de la Convención sobre la Diversidad Biológica presentan una oportunidad crucial para la comprensión y la evaluacíón pública de las demandas y de las premisas del turismo sostenible o ecoturismo.
La decisión de Asamblea General de las Naciones Unidas de proclamar al año 2002 como el "Año Internacional del Ecoturismo" será vista próximamente con mucha precaución y será materia para largas deliberaciones y extensos debates.
(Este documento fue presentado en junio de 1999 como preparación a la 5ta. Conferencia de las Partes COP 5 de la Convención sobre la Diversidad)
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